En un artículo anterior (1° marzo 2022), a raíz de la invasión rusa a Ucrania, señalaba la conveniencia de aprender de las lecciones de la historia, cuando se supone que desencadenar un conflicto coloca al más poderoso en situación de resolverlo rápidamente a su favor. Esta incursión, que aparecía con un imaginado desenlace en cuestión de semanas, ha superado un largo año y medio de ofensivas y contraofensivas sin que se vislumbre un vencedor.-
Al culminar la Primera Guerra Mundial (1914-1918), se celebró el Tratado de Versailles (1919), en la cándida creencia que con ello se ponía fin a las conflagraciones que periódicamente asolaban a la humanidad; se creó la Sociedad de las Naciones (antecedente de Naciones Unidas), y ante esa efusiva proclama, el mariscal Foch (militar francés que combatió en esa guerra) atinó a manifestar su escepticismo al profetizar que tan sólo era un armisticio de veinte años; no se equivocó, el 1° de septiembre de 1939 Alemania invadía Polonia, desatando la II Guerra Mundial que asolaría la mundo durante seis años con un saldo de más de sesenta millones de muertos.-
Finalizado el conflicto, se creó la Organización de las Naciones Unidas (1945) que tampoco ha podido avanzar seriamente en la prevención de conflictos armados asegurando una razonable expectativa de paz. Un lustro más tarde se desató la Guerra de Corea (1950-1953) que puso en vilo al mundo pues el poderío demoledor atómico ya había dado muestras de su capacidad de exterminio en Hiroshima y Nagasaki; dejó un saldo de alrededor de tres millones de víctimas. El armisticio firmado en julio de 1953 sólo abarcó el cese de hostilidades sin alcanzar a un acuerdo definitivo, por lo que –técnicamente- el conflicto sigue vigente y los sucesos de estos días en la península coreana así lo confirman, con el agravante que Corea del Norte está bajo el poder dictatorial de un paranoico dispuesto a apretar el botón rojo y desencadenar una guerra nuclear que nos coloque al borde del Armagedón.-
Al culminar la Guerra del Paraguay (1864-1870), que puso al borde de la aniquilación a la población masculina de un pueblo hermano, Alberdi escribió su célebre “El crimen de la guerra”, obra cumbre que por estos días actualiza su vigencia, en la que advertía la inmoralidad de este recurso, el reproche a quienes la mandan y la ejecutan, equiparándola a un delito común.-
Alberdi realiza más que un alegato a favor de la paz internacional: afirma la necesidad de la existencia de una autoridad que se encuentre por sobre las soberanías de los estados para evitar las guerras que se susciten entre ellos, tanto en sus causas como en sus efectos. A lo largo de su obra, Alberdi no deja de apelar a la moral para denostar a la guerra; con la excusa de la guerra se sanciona y se convierte en actos honestos y legítimos a la consumación de la muerte, disfrazando a la guerra como el derecho a cometer un crimen; ello es sacrílego, un sarcasmo, un acto cínico contra la civilización.-
El ataque de la organización terrorista Hamas (ingresando por el sur del territorio israelí, con el confesado propósito de su aniquilación) provocará obvios alineamientos; considerando que Israel es un aliado estratégico de Estados Unidos, la ubicación de la Franja de Gaza, la cercanía del canal de Suez (por el que discurren los buques que abastecen de petróleo a Occidente, recordar la crisis del petróleo en 1973), el peligro de Hezbollah que actúa desde el Líbano (frontera norte de Israel) con apoyo iraní, estremece por las inimaginables consecuencias que ello puede aparejar. Argentina no debe distraerse, hoy la Triple Frontera es un enclave al que hay que prestarle la mayor atención, a sabiendas que allí se concentra un foco de poder que alimenta la subversión terrorista que irradia hacia toda la región.
Con los antecedentes de los ataques a la Embajada de Israel (1992) y a la AMIA (1994), que no están lejanos en el tiempo, no debe vacilarse en agudizar las alertas y actuar en consecuencia.-
Oct 09